Se suele hablar de doble rasero cuando una misma autoridad (aquella que tiene potestad por ordenar algo) debe sancionar pero aplica diferentes criterios en función de a quién se lo debe aplicar. La construcción de argumentos ad hominem que diría alguno.
Entre el 25 de Octubre de 1946 y el 20 de Agosto de 1947 se llevaron a cabo los conocidos como Doctors’ Trial o Juicio a los Doctores. Era el primero de los 12 juicios por crímenes de guerra que las autoridades de EEUU llevarían a cabo en su zona de ocupación en Nuremberg, Alemania, tras la capitulación del régimen nazi en 1945. 20 de los 23 acusados eran doctores que supuestamente habían sido responsables de llevar a cabo experimentos médicos con seres humanos en los campos de concentración. Entre los experimentadores, destacaba Josef Mengele, el Ángel de la Muerte, el cual sin embargo, consiguió escapar.
La mayoría de las víctimas de dichos experimentos fueron judíos, polacos, gitanos y rusos. 16 de esos doctores fueron declarados culpables, siendo sentenciados a la muerte en la horca 7 de ellos. Los juicios se realizaron ante las cortes militares de EEUU, no frente a un Tribunal Militar Internacional. Relación no-causa-efecto que diría alguno.
Como resultado de dichos juicios, se desarrolló un código internacional de ética en las prácticas médicas, bautizado como el Código de Nuremberg. Quedaron establecidos en dicho código unos principios orientativos de la experimentación médica en seres humanos, dado que la alegalidad reinante previa fue la excusa puesta por los acusados durante los juicios.
Mientras, a varios miles de kilómetros de Nuremberg, EEUU aplicaba su doble rasero. Más bien, no aplicaba nada. El Servicio de Salud Pública de EEUU (en adelante PHS de sus siglas en inglés, el equivalente el Sistema Sanitario Público de España), cuyo presidente por aquel entonces era Harry S. Truman, estudiaba el desarrollo de varias enfermedades en periodos prolongados de tiempo, sin ofrecer tratamiento alguno a los infectados.
Los investigadores del PHS estaban dirigidos por John Charles Cutler, un angelito que tenía una idea clara: si los experimentos eran llevados a cabo sobre enfermos mentales, todo sería más fácil, no se quejrá de nada, ya que un enfermo mental confía en que una institución tan honorable y buena como el Servicio de Salud Pública sólo le aportaría cosas buenas.
El Doctor Cutler veía clave llevar a cabo experimentos médicos en humanos. Necesitaba encontrar a sus víctimas. Y esto se lo aportó la administración Truman. Durante estos años, el gobierno de EEUU trataba de desestabilizar el regimen guatemalteco del presidente Juan José Arévalo, régimen que la administración americana acusaba de comunista. El gobierno de Arévalo había conseguido echar del poder la brutal dictadura de Jorge Ubico, que mandó en Guatemala con verdadera severidad gracias al apoyo de EEUU entre 1931 y 1944.
EEUU logró su objetivo de desestabilización en 1954, cuando la CIA consiguió derrocar al sucesor de Arévalo, Jacobo Arbenz, difundiendo a través de los medios que suponía una amenaza comunista para la integridad de la zona (que os traduzco en que intentó aplicar una ley a favor de la expropiación de las grandes propiedades para repartirlas en pequeñas propiedades, lo que afectaría los negocios bananeros de EEUU).
A pesar de tener un mandatario populista como el de Arévalo, Guatemala estaba virtualmente dirigida por la United Fruit Company. Esta multinacional americana, producía frutas tropicales en Centro América y luego las vendía en EEUU y Europa. En Guatemala, construyó una red ferroviaria para llevar a cabo dicho fin, por lo que el enclave guatemalteco era clave para el negocio de la UFC. Esta red fue transformada en un monopolio con autorización del gobierno guatemalteco, así que el apoyo gubernamental era clave.
Con una gran multinacional con sus tentáculos pseudo dominando Guatemala, a EEUU sólo le faltaba un pretexto para encontrar sus víctimas: resulta que en el país centroamericano la enfermedad del syphilis (una de las cuales se quería experimentar) era menos común que en el resto de América Latina. Por si no fuera poco, también se argumentó que la enfermedad atacaba con mayor gravedad a los guatemaltecos que a otros indios mayas, por lo que sería un muy buen caldo de cultivo para sacar conclusiones.
El resultado de todas esas condiciones es el que ha salido a la luz en los últimos días: el US Public Health Service llevó a cabo experimentos secretos en Guatemala con prisioneros, soldados y enfermos mentales. Un total de 696 personas fueron intencionadamente infectados con gonorrea y syphilis, sin que los afectados tuvieran conocimiento de ello o lo hubieran aceptado (uno de los puntos clave declarado como principio en el Código de Nuremberg).
Para lograr el objetivo, los investigadores americanos los proporcionaron prostitutas a los guatemaltecos, las cuales ya habían sido sistemáticamente infectadas previamente. Si ni aún así se lograba el objetivo, exponían directamente a las víctimas a gérmenes de la enfermedad venérea a través de abrasiones de sus genitales y su piel, así como por inoculaciones. Una vez contraída la enfermedad, las víctimas eran tratadas con penicilina.
La infección de personas tenía como objetivo estudiar el desarrollo de las enfermedades de transmisión sexual en periodos prolongados de tiempo. Todo ello, dentro de un proyecto para estudiar la evolución de dichas enfermedades y los efectos de la recién descubierta penicilina en su prevención, más que en la curación de la enfermedad.
No se ofreció tratamiento alguno a los afectados, y los resultados del estudio nunca fueron publicados. 71 personas murieron durante los experimentos. Es imposible saber los que morirían después. Lo que sí se sabe es que 400 niños entre 6 y 16 años tomaron parte.
Según el informe presentaba por Reverby, la aparición de la penicilina y otros antibióticos y su precoz efectividad, preocupaba a los investigadores americanos, ya que el syphilis y otras enfermedades infecciosas podrían ser erradicadas antes de que hubieran sido profusamente estudiadas.
Este atroz experimento en Guatemala era la extensión de otro similar en el que unos voluntarios (ya me gustaría conocer cómo de voluntarios fueron) de la prisión de Terre Haute (la que alberga el corredor de la muerte del estado de Indiana) habían sido infectados con gonorrea.
Lo peor aún de toda esta historia es que este estudio secreto ha sido descubierto mientras se llegaba a cabo otra investigación por parte de la profesora Susan Reverby de la Wellesley University. La investigación original buscaba sacar a la luz pública en qué consistieron los experimentos realizados sobre casi 400 aparceros afroamericanos. Los aparceros eran trabajadores que se habían quedado en el Sur de EEUU tras la Guerra Civil por no disponer de medios para buscar una vida mejor. Trabajaban a cambio de que se les fuera entregada una pequeña parte de la cosecha (de ahí su nombre sharecropper del inglés), que en la mayoría de las ocasiones no les daba ni siquiera para vivir.
De nuevo, como en el caso de los pobres guatemaltecos, objeto fácil para experimentos inhumanos. Se seleccionaron 400 aparceros de Tuskegee, Alabama a comienzos de 1931, pero mientras que los de Guatemala tuvieron una breve duración, estos de Tuskegee se alargaron hasta 1972.
Los aparceros nunca fueron informados que habían sido infectados con la enfermedad venérea (el syphilis), ni que habían sido tratados para experimentar con los descubrimientos de la ciencia recientes (penicilina). Infectaron a sus mujeres, tuvieron hijos, que nacían con la enfermedad congénita del syphilis.
La única diferencia entre los horrendos experimentos de Tuskegee y Guatemala, es que los afroaméricanos de Alabama ya habían contraído la enfermedad de transmisión sexual, por lo que no hizo falta infectarles con ella, como a los guatemaltecos.
En total, tres experimentos (Terre Haute, Guatemala y Tuskegee) llevados a cabo por el angelito John Cutler. No es el primero, ni será el último que se descubra o se realice:
- Desde los experimentos para la limpieza cerebral (enfermos psíquicos que eran mantenidos en estado de shock y aíslados durante días tras haberlos suministrado electroshocks, LSD, alucinógenocs PCP, etc. para «llevar» a los enfermos a estados preverbales/infantiles) que financió la CIA a un doctor en Montreal de la Universidad McGill (descubierto a finales de los 70 gracias a la Freedom of Information Act). En plena Guerra Fría «limpiar cerebros» era muy atractivo…
- a los vuelos de la CIA actuales, los abusos en Abu Ghraib en Iraq, la prisión en ocupación cubana de Guantanamo o lo que se pueda estar realizándose en la prisión secreta de la Isla Diego García que Reino Unido amablemente vendió a EEUU en 1968 para sus «experimentos» (echando de paso a todos los habitantes del islote del índico)…
- pasando por la dispersión de bacterías en San Francisco o las redes de metro de New York y Chicago realizadas desde 1950, así como la infección con hepatitis a jóvenes enfermos mentales realizados entre 1950 y 1972, la exposición a ciudadanos americanos a iodo, plutonio y otros elementos radioactivos, etc.
Hace escasos días, la secretaria de Estado Hillary Clinton, se disculpó con Guatemala en un comunicado junto a la secretaria de Salud, Kathleen Sebelius por las prácticas antiéticas llevadas a cabo. Esta violación total a la dignidad humana EEUU se sigue realizando a día de hoy, por lo que esas disculpas no hacen más que, en mi opinión, enfatizar el cinismo en las palabras de perdón ofrecidas al presidente Álvaro Colom y a Guatemala en general.
¿Servirá esta investigación de la profesora Susan Reverby para algo? Dejenme que lo dude. La industria farmacéutica realiza estas prácticas con asiduidad. Las grandes farmacéuticas llevan a cabo pruebas en países como Nigeria y Sudáfrica, ya que la alegalidad de dichos países lo permite. En EEUU son ilegales. Según un estudio realizado por el Tufts Center for Drug Development, desde 1997 a 2007, los ensayos clínicos realizados fuera de EEUU y Europa Occidental han pasado del 5 al 29%.
Un ejemplo. En 2008, en Argentina 12 niños murieron tras haber sido objeto de un estudio de un nuevo fármaco contra la gripe de la multinacional británica GlaxoSmithKline. Los padres de los niños ni siquiera tenían conocimiento de en qué estaban participando sus hijos. El estudio fue conducido sobre niños malnutridos y pobres de Latinoamérica. Ninguna de las pruebas fue realizada en EEUU o Europa, ya que ahí resultarían o caras o ilegales.
PD: Me voy a EEUU en 15 días, quizás debiera publicar esto una vez que haya vuelto 🙂
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