Conditional Cash Transfers

No me esperaba otra cosa, pero de nuevo, una interesante noticia sobre el desarrollo social en América del Sur ha pasado bastante desapercibida por España. Hace un par de días, la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), reunida en Buenos Aires, logró acuerdos para acometer inversiones privadas (entre las que destaca una inversión de 520 millones de dólares del BBVA, entre otros) en varios programas educativos en los 23 países que conforman el foro hasta 2021.

Todo ello bajo un objetivo común y claro: llegar al 5,5% sobre el PIB de inversión (nunca digáis gasto por favor) en educación, sobrepasando el 5,1% actual, dentro del programa Metas Educativas 2021. Para que se hagan una idea de lo ambicioso que es el plan, la inversión media en educación sobre el PIB en los países de la OCDE es del 5,3%, el de la UE-27 el 5,05%, y el de España, el 4,3% (datos del Ministerio de Educación de España en el 2006).

El plan Atención a la Primera Infancia, el plan más importante dentro de estas Metas Educativas 2021, estará dotado de 40.000 millones de dólares, que se destinarán básicamente a concienciar a la sociedad (sobre todo a las familias) de la vital importancia de preservar los derechos de los niños, erradicando una de las grandes lacras de estos 23 países: el trabajo infantil.

Según datos de UNICEF, sobre 346 millones de niños/as sufren explotación infantil en el mundo, y hasta el 75% de dicha cifra lo hacen condiciones de peligro.

Uno de los programas a escala global más interesantes en esta línea son las Conditional Cash Transfers o transferencias de dinero condicionadas. Latinoamérica puede presumir de ser el padre de estos programas sociales. Se caracterizan, variando de uno a otro, en otorgar a las madres (por desgracia, en América Latina todavía el concepto patriarcal es fuerte, y la madre sigue viéndose como la responsable directa de los niños) una cantidad que varía entre 5 y 33 dólares por niño, a cambio de llevar a la escuela y al médico regularmente a los infantes. 110 millones de personas se benefician de estos programas en la actualidad. Su efectividad en términos de reducir la pobreza e igualar la distribución de la renta resulta barata, ya que los programas de inversión resultan en un 0,5% sobre el PIB en los países que lo han adoptado.

Uno de los clichés más extendidos en la sociedad sobre las donaciones y programas de cooperación a nivel mundial es que el dinero en muchas ocasiones acaba en manos de los que menos lo necesitan: los oligarcas de los países en vías de desarrollo, las cúpulas políticas corruptas, etc. Por ello, muchos países han elaborado estos programas condicionados para asegurarse que el dinero sólo lo reciben aquellas personas que cumplen con una serie de derechos humanos y sociales mínimos.

Estos derechos mínimos que las familias deben cumplir para recibir las cuantías de dinero son los que a muchos en Occidente nos parecen obvios, pero en otros lados del mundo son auténticos privilegios: que los niños acudan al colegio, que reciban atención sanitaria, vacunas (la forma más barata de reducir la muerte por enfermedades es la prevención), etc.

Se establece lo que muchos han llamado contratos sociales: dinero a cambio del desarrollo social mínimo de nuestros niños. En la entrada de la Wikipedia se citan varios ejemplos:

El más conocido a escala global sea el programa Bolsa Familia de Brasil. Es un programa muy admirado y emulado dentro de todos los planes que luchan contra la pobreza en el mundo. Incluso el citado New York City Opportunity se basa en el modelo brasileño.

Fijaros cómo el programa ha conseguido en los últimos reducir el número de brasileños que viven por debajo del umbral de la pobreza considerado en Brasil (1,25 dólares al día):

% de brasileños que viven por debajo del umbral de la pobreza ($1,25 diarios)

% de brasileños que viven por debajo del umbral de la pobreza ($1,25 diarios)

Tanto en el ámbito rural de Brasil como en el urbano (cabe recordar que el concepto de urbe en Brasil no es como en otros lados del mundo, ya que la existencia de las favelas es abrumadora en muchas las principales ciudades), el porcentaje no ha parado de reducirse. No sorprenderá, entonces, que Lula vaya a dejar su presidencia con un récord de apoyo popular del 83%.

El número de brasileños por debajo de $440 dólares al mes ha bajado también a un ritmo del 8% anualmente desde el 2003. El índice Gini que mide la desigualdad de distribución de la riqueza en un país (del que ya hablé hace unos meses), se ha reducido del 0,58 al 0,54 actual (cuanto más cercano a 0, mejor distribuida está la riqueza en un país, es decir, más gente tiene caramelos).

El programa Bolsa Familia tiene 2 pilares básicos:

  • Una beca familiar concedida por el gobierno dentro del programa Bolsa Familia. En concreto, 12 dólares al mes por niño (puede parecer baja, pero recordemos que Brasil), con un máximo de 110 dólares al mes por familia (aunque Brasil tiene una tasa de fertilidad «baja» de 1.9, las familias beneficiarias de estos programas suelen tener entre 4 ó 5 niños).
  • A cambio, la madre tiene que garantizar que sus hijos/as acuden a la escuela y reciben revisiones médicas regulares.

El programa permite que los niños/as se ausenten, como mucho, el 15% de las clases. Si se detecta un absentismo mayor, automáticamente la beca queda cancelada para toda la familia. Es decir, que parte de la cooperación familiar y la solidaridad para la concesión de las ayudas: todos los hermanos/as tienen que cooperar para que la familia reciba la ayuda. Un concepto similar al que utiliza los micropréstamos que concede el Grameen Bank en el sudeste de Asia.

De los aproximadamente 195 millones de brasileños, 12 millones y medio participan actualmente en el programa. El 3 de Octubre se celebran elecciones presidenciales, y uno de las promesas electorales que llevan los candidatos (la favorita Dilma Rousseff del Partido de los Trabajadores de Lula y José Serra de la oposición Partido de la Social Democracia Brasileña) es aumentar dicho programa, tanto económicamente (actualmente representa un 0,5% sobre el PIB) como en número de participantes.

Sin embargo, el programa también tiene sus críticas: los resultados son mejores en el Brasil rural que el Brasil urbano. Mientras que el 41% de las familias rurales tenían acceso al programa, sólo el 17% de las urbanas lo hacían. En Rio de Janeiro y Sao Paulo, menos del 10% de las familias disfrutaban de sus beneficios.

Y, como decía anteriormente, mientras en otros países la vida en las ciudades es generalmente mejor, en Brasil existen amplias extensiones de favelas. Seguro que hemos visto alguna vez todos las terribles imágenes de favelas arrasadas por tragedias naturales. Incluso se recibe más educación en los entornos rurales que los urbanos, como muestra la siguiente gráfica:

% de niños/as recibiendo educación en el Brasil rural y en el urbano (Fuente: The Economist)

% de niños/as recibiendo educación en el Brasil rural y en el urbano (Fuente: The Economist)

Encima, Brasil es un país donde el éxodo rural ha sido masivo, la mayoría viven ya en ciudades. Ello ha provocado una sobrepoblación, con las consecuencias que ello suele traer. Entre ellas, una de las lacras anteriormente citadas, la explotación infantil, que hace que muchos niños trabajen en condiciones infrahumanas, pero dado que ganan más dinero de esa forma que recibiendo las ayudas de un programa Bolsa Familia, sus familias prefieren que sigan en dichas condiciones.

Todo ello, se agrava aún más por el hecho de que en Brasil 45 de cada 1.000 mujeres son madres entre los 15 y 19 años (uno de los ratios más altos del mundo), por lo que la dependencia hacia la matriarca se hace aún mayor, ya que estos niños tienen que vivir bajo el amparo de las ayudas que reciben sus abuelas

Resumiendo: hay problemas sociales, pero los países están trabajando para tratar de mitigarlos. Bolsa Familia es un ambicioso programa, pero todavía tiene varios problemas que arreglar, sobre todo en el Brasil de las ciudades. ¿Conseguirán estos programas luchar contra lo que se conoce como la nueva pobreza (drogas, violencia y rupturas familiares)?

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